La reelección de Joe Biden encuentra por estos días el limite de la economía. Un congresista demócrata que conversó en persona con Andrés Manuel López Obrador días atrás le dijo que el presidente de Estados Unidos iba a comunicar su aspiración electoral en marzo pero que ahora el plan estaba en revisión hasta el verano. Mencionó incluso que ya hay una oficina rentada en Filadelfia para campaña de reelección pero que de momento permanece a oscuras y desocupada.
Biden está frente a la amenaza de una recesión y la posibilidad de que el desprestigio que actualmente atraviesa la Reserva Federal impacte en su administración.
El banco central de Estados Unidos tiene problemas con la inflación, la supervisión del sistema bancario y una serie de pronósticos erráticos sobre el rumbo de la economía. James Mackintosh lo explicó días atrás en The Wall Street Journal: el mercado ya va en dirección contraria a lo que dice la entidad que conduce Jerome Powell.
Rogelio Ramírez De la O suscribe esta lectura. El secretario de Hacienda conoce que va a haber una recesión en el país vecino, aunque no se pueda aventurar todavía, cuando ocurrirá. De ahí que casi a diario observa el rendimiento de los bonos del Tesoro a dos años. El augurio no es bueno.
Las cuestiones de inestabilidad interna en Estados Unidos interesan al Gobierno de López Obrador fundamentalmente bajo la lógica de que eso se traduce en una menor presión sobre México y sus dramas de narcotráfico, calidad institucional, comercio exterior o política energética.
La realidad pareciera ser inversa: ante una política doméstica agitada, el señalamiento a México se está convirtiendo en un lugar común de todo el arco político en Washington DC. Especialmente ante el drama del fentanilo, que cada vez muestra menos diferencias entre demócratas y republicanos en el diagnóstico y la solución: el Gobierno de López Obrador no tiene capacidad de desarmar los laboratorios de esta droga mortal y se hace preciso una intervención enérgica.
En la Cancillería mexicana creen que la relación amortiguada entre López Obrador y Biden persiste porque todavía el demócrata necesita del apoyo mexicano en la contención fronteriza, en asuntos de seguridad y en la distancia con China, como ha quedado en evidencia en las últimas horas con el reclamo fallido a Beijing sobre el fentanilo.
Con este panorama una reelección de Biden se vuelve un asunto de interés en Palacio Nacional. Ahora el enigma a develar es sobre si habrá una operación electoral de Morena en favor de los demócratas. Un giro cuántico si se considera que López Obrador fue de los últimos presidentes en reconocer el triunfo de Biden en 2020.
LPO07/04/2023